El Splatterpunk es un movimiento
de ficción de horror violento y a menudo gore que comenzó allá por los años
ochenta de la mano de David J. Schow en la duodécima World Fantasy Convencion
y que después dio paso a diferentes libros y relatos dedicados a esta rama de
la fantasía de terror.
Gritos Sucios, publicada
por Ediciones Vernacci en 2019, es la primera antología de este género acuñada
en España y en la que participa Lou Wild Morrison junto a otros diez autores de
renombre, como el escritor Juan Díaz Olmedo autor de Marionetas de Sangre, que
nos harán sufrir de horror a través de esos once relatos en una edición
limitada y numerada, cuyo epílogo está escrito por el criminalista Vicente Garrido Genovés autor de libros como
Los Hijos Tiranos o Crímenes Sin Resolver.
Además de su participación
en la antología Gritos Sucios, Lou participó en diciembre del año pasado en
otra antología de Splatterpunk, escrita íntegramente en inglés, con la
editorial estadounidense Alien Buddha y
para este año, en marzo, tiene prevista la publicación de otra antología de
terror con la editorial Cthulhu de Perú.
GRITOS SUCIOS
El movimiento splatterpunk surgió en la década de los ochenta
como una reinvención malsana (¿aún más?) del género gótico. Sexo,
crimen, horror, oscuridad…, pero cocinado con una rabia nunca antes
vista. Aunque el splatterpunk no es exclusivo del mundo literario, es en
él donde alcanzó su mayor reconocimiento; figuras como Poppy Z. Brite,
Jack Ketchum o Clive Barker, llegaron a reinar sobre la ficción escrita
con obras que mancharon nuestra imaginación para siempre con las
sustancias más diversas, viscosas y prohibidas. Actualmente, el
movimiento persiste en multitud de campos, quizá diluido en nuevos
territorios, pero siempre reconocible. Siguiendo la senda de la mítica Gioventú cannibale (Einaudi editore – 1996), Gritos sucios pretende hacer lo que la antología italiana consiguió en su momento: traer de vuelta la irreverencia sanguinolenta del splatterpunk más furioso, el que se lee y mancha nuestra mente, obligándonos a pensar en cosas que no deseamos imaginar. O puede que sí.
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