Dibujo de: Flor de Lucca |
La Dama Blanca, el caballero de la luz y el niño de los ojos rasgados.
Más allá del cielo, del sol y las estrellas, existe un mundo muy especial: aquel que nuestra mente nos permite soñar.
Leonardo de los sueños, un niño de carácter feliz, a través de sus sueños comparte, con su primo Claudio, su madre, su profesora de guardería y "La Dama Blanca", el deseo de ayudar a los demás.
Cristian, un niño con síndrome de Down, cae atrapado en un oscuro agujero mientras huye de la burla e intolerancia de otros niños. "El Hombre Malo", representante de la maldad, cambia sus sueños por pesadillas.
Sumérgete en las aventuras de "Leonardo de los sueños" y ayúdalo, junto a todos sus amigos, a rescatar a Cristian y liberarlo de sus miedos demostrándole que, con el valor de la amistad, todo es posible...
DIBUJO DE FLOR DE LUCCA |
Lee un poco más de
Leonardo de los sueños
Leonardo de los sueños
Prólogo
Te
voy a contar un cuento.
No trata de hermosas princesas atrapadas
en torreones oscuros a la espera de su príncipe azul, ni de bosques encantados
repletos de animales extraños y árboles que parlotean.
No habla de príncipes valientes que
salvan a bellas damas de ogros gigantes para más tarde contraer matrimonio ante
un pueblo que los venera y vivir juntos para siempre convertidos en una pareja eternamente
feliz. Ni siquiera trata de piratas con
garfios afilados y patas de palos que surcan los mares en busca de islas
exóticas y desiertas donde encontrarán fabulosos tesoros perdidos por las
fragatas de reinos de poderosos países.
Tampoco hay lobos que comen niñas para
luego disfrazarse de sus pobres abuelas, no sin antes darles un suculento
bocado. O de viejas brujas locas de atar deseando convertirse en una mujer
hermosa y reinar en un impresionante castillo, donde guapos hombres de la
nobleza más rancia las cortejarán, agasajándolas con hermosas joyas, mientras
las damas más refinadas la envidiarán por su beldad y elegancia.
No vas a encontrarte con la historia de
un niño gafotas que utiliza la magia para combatir sus más oscuros temores y
luchar contra su enemigo acérrimo . No te encontrarás con seres míticos como
las hadas o los elfos y ni un pequeño hobbit te arrastrará en un viaje sin fin
por míticas tierras de tiempos remotos, donde tendrá que enfrentarse con reyes
de ultratumba y monstruos de leyenda...
Este es un cuento distinto, que ni siquiera
comienza diciendo: “erase una vez”.
Se trata de una historia diferente, donde
un niño de cinco años, llamado Leonardo, tratará de llevarte por los lugares
más remotos y maravillosos jamás imaginados. Con el que vivirás las aventuras
tan increíbles como seas capaz de soñar.
Adéntrate y vive pues esta aventura con
tu nuevo amigo Leonardo de los Sueños.
El caballero de la luz
1
Los asistentes iban llegando a la casa con
grandes bolsas de regalos, mientras el padre y la madre del niño organizaban
todo para que la fiesta de cumpleaños de su hijo saliera perfecta y todos lo
pasaran en grande.
En lo alto de la casa había un salón con
varios sofás y una mesa de centro. Por una puerta grande de cristal de doble
hoja se accedía a una gran terraza en forma de ele, sendas macetas con
distintas plantas adornaban el lugar.
Algunos de los invitados ya se sentaban
alrededor de dos amplias mesas cubiertas con manteles decorados con imágenes de
dibujos animados. Y sobre ellas ya había diferentes refrescos y algunas
bandejas de aperitivos y comidas variadas.
Había hombres y mujeres entretenidos en conversaciones cotidianas, a la vez que un grupo de niños jugaba animadamente alrededor del
protagonista del día y personaje de esta historia.
Nuestro protagonista se llama Leonardo, él es un
niño bastante inteligente, estudioso, aunque aún no sabe leer bien. Es un niño
risueño y alegre que siempre está jugando. Tiene los ojos grandes y marrones,
su pelo ondulado, es de un color rubio oscuro y en su parte alta, a veces, se
le forma una graciosa cresta que le llega desde la frente a la coronilla. Tiene
una bonita sonrisa que te da a entender lo feliz que se siente. Por otro lado,
es un niño bastante alto para su edad y
siempre le enseña los bíceps a sus familiares para que comprueben lo fuerte que
está.
Le gusta mucho jugar al futbol, de hecho,
está en el equipo Club Deportivo Maspalomas, en el que ya le han dado un
pequeño trofeo por buen jugador, aunque aún le falta mucho para ser tan bueno
como su estrella de fútbol favorita.
Además de practicar este deporte que le
gusta muchísimo, tiene otras aficiones, como la de pintar cuadros tan
interesantes, que su madre los enmarca y los cuelga por toda la casa,
asegurando muy contenta, que si los viera un marchante de arte los expondría en
una galería dedicada a los pintores impresionistas.
Pero estas no son todas las aficiones de
nuestro amiguito Leonardo. Ya que entre otras cosas, también le gusta bailar
(anda un poco obsesionado haciendo giros y piruetas semejantes a las de su
admirado Michael Jackson), nadar, hacer puzles y practicar boxeo golpeando de
vez en cuando su saco, claro que no sin antes cubrirse sus manos con los
guantes que tiene para tal fin.
Aún te estarás preguntando que tiene
Leonardo que lo haga tan especial, si hasta el momento, es tan normal como
cualquier niño de su edad, exactamente igual que todos los niños del mundo.
Pues verás, Leonardo tiene un magnífico
don; posee la habilidad de controlar los sueños y el poder de arrastrarte hacia
ellos cuando él te necesita, cuando cree que tú lo necesitas a él o simplemente
cuando su relación contigo es tan fuerte que quiere que estés a su lado en esos
viajes tan maravillosos que hace por el mundo de los sueños, llevándote a
lugares extraordinarios y viviendo las aventuras más apasionantes que jamás
hayas vivido. Pero muchas de las veces, si necesitas su ayuda, puedes contactar
con él. Leonardo sabrá que estás en apuros y tratará de ayudarte.
Leonardo ni siquiera recuerda como obtuvo esa increíble destreza,
pero fue desde que se encontraba flotando en el interior del vientre de su
madre. Pocos meses antes de salir al mundo.
Siempre había tenido sensaciones
maravillosas a través de los sentidos de su madre, tanto era así, que incluso
escuchaba sus pensamientos. Sentía cada emoción de ella, cada momento triste o
de agotamiento; cada sueño lo compartía como si fuera el suyo propio. Incluso
aquellas caricias que su padre le daba a su madre en su prominente barriga,
Leonardo las sentía y le encantaba.
La tarde fue avanzando.
Los mayores comían y bebían mientras
contaban anécdotas divertidas y reían a carcajadas. Los niños jugaban entre
bocado y bocado hasta que al fin Leonardo se sentó frente a su quinta tarta y se
preparó para soplar aquellas cinco pequeñas velas que coronaban a un gran
Pocoyó convertido por un día en un gran pastel de cumpleaños; sus primos y sus
tíos lo rodearon mientras Virginia, su madre, hacía fotos como una loca y su
padre lo organizaba todo para que fuera un cumpleaños inolvidable.
A
través de aquella cámara de fotos, Virginia vislumbró la cara sonriente de su
pequeño, al que su primo Claudio instaba a soplar las velas con desesperación.
Aquella imagen la transportó, como si de una máquina del tiempo se tratara, por
los cinco años de vida junto a su hijo.
Había sido bonito ver gatear a su bebé,
recorriendo la casa con su pelele azul, manchado con dos surcos oscuros
alrededor de las rodillas; alguno de ellos se llegaron a romper debido a
aquellas carreras desesperadas de Leonardo, tratando de escapar de su madre. A
él le hacía mucha gracia que ella lo persiguiera por toda la casa para tratar
de cogerlo, hasta que llegaba al sofá y se encaramaba en él para esconderse
entre los grandes cojines.
Sus
primeras palabras; sobretodo “agua”, que en un principio la utilizaba casi para
cualquier cosa: si tenía hambre, decía “agua, agua”, hasta que le dabas de
comer; si tenía sed, decía “agua, agua”; cuando se había hecho pipí en el
pañal, también decía: “agua, agua”. Por suerte para Virginia, conocía tan bien
a su hijo, que sabía en cada momento lo que le estaba pidiendo.
Después llegaron los juguetes, todo el
suelo de su habitación regado de coches y muñecos a los que Leonardo mordía y
chupaba sin piedad.
Los dibujos animados acaparaban su
atención vagamente sin que los intentos de su madre para distraerlo con ellos
surtieran efecto alguno. Hasta que un buen día, (cuando Leonardo contaba ya
casi los dos años) Mickey, Pocoyó, Calliou, o Bob esponja, empezaron a causar
el efecto deseado por una desesperada Virginia, que ansiaba tener un instante
de relax.
Volvió a mirar el rostro sonriente de su
hijo, iluminado por aquellos cinco pequeños haces de luz que proyectaban las
velas de cumpleaños, y una vez más, se vio transportada a momentos vividos
durante aquellos cinco años; parecía que su mente se empeñaba en repasar
íntegramente los primeros años de aquel niño que lo significaba todo para ella.
Siempre que hablaba con alguien por teléfono y respondía: no, soy yo “Leonano”;
ella se partía de la risa. Aún no sabía pronunciar su nombre, pero había
buscado la manera de decirlo; como tantas otras palabras que pronunciaba
también con mucha gracia.
El dedo presionó el botón y el flash de
la cámara llenó la estancia fotografiando a todos aquellos rostros
sonrientes que rodeaban a Leonardo. Su
madre lo observó un momento, su hijo miraba alegre a todos los asistentes,
parecía que no se atreviera a soplar sus velas de cumpleaños.
Entonces la mente de Virginia volvió a
recordar aquellos momentos tan felices vividos con su hijo, como sus anteriores
cumpleaños o incluso aquel momento extraño cuando sintió que su bebé le hablaba
desde el interior.
Todo empezó un día cuando ella estaba
tumbada en la bañera, remojándose un rato para paliar el sofoco que sentía. El
agua, tenía una temperatura bastante agradable y cubría la mayor parte de su
cuerpo, tanto era así que su barriga apenas sobresalía unos centímetros.
Leonardo se sintió muy a gusto cuando percibió los agradables
sentimientos que le transmitía su madre y disfrutó de aquella agradable sensación.
Pero en ese momento, no sabía como decirle que le encantaba estar así y que le
gustaría disfrutar de momentos como ese en más ocasiones. Así que se esforzó en
enviarle un mensaje para comunicarle sus pensamientos.
Descubrió que no le costó ningún esfuerzo
y que era algo que le resultaba tan fácil como tener conciencia de si mismo.
Al principio, su madre se sobresaltó
sorprendida por una vocecilla que le hablaba en su interior. Pensaba que era su
marido, que habría vuelto de trabajar y la llamaba desde la entrada de la casa.
Pero pronto se dio cuenta de que seguía estando sola; tumbada en la bañera.
Hasta que aquella voz se volvió a
repetir.
Leonardo y su madre, comenzaron a comunicarse
de una manera poco coherente, ya que Leonardo no conocía muchas de las palabras
que utilizaba su madre, más poco a poco, él iba recogiendo la mayor parte del
vocabulario utilizado por ella y así se fueron entendiendo.
Después de que aquél día, Virginia
entendió que podía comunicarse con su hijo, y que éste podía escuchar la música
y los sonidos exteriores. Así que durante sus ratos libres, ponía discos o le
leía cuentos infantiles para luego, cuando se quedara dormida, soñar con su
hijo y comentar con él todo lo que había leído o la música que había escuchado.
Leonardo le decía a su madre lo que le
gustaba y lo que no le gustaba, como en el caso del cuento de Hansel y Gretel,
que le pareció una historia muy triste, aunque el final fuera feliz.
Pero el cuento que más le fascinaba a
Leonardo, era uno que había escrito su propia madre cuando estaba en el
colegio, para un concurso de novelas infantiles. El cuento se titulaba
“Leonardo de los sueños” y trataba de un niño que tenía la virtud de controlar
los sueños; de viajar por ellos con quien él quisiera. Jugar a los juegos más
diversos en los lugares más remotos de la tierra.
Fue con esa historia con la que Leonardo
decidió como quería llamarse; ya que le encantaban los relatos que le leía su
madre sobre los viajes de aquel niño. Y a menudo, ella misma se inventaba
nuevas aventuras, que más tarde repetían juntos cuando se quedaban dormidos.
Dibujo de: Flor de Lucca |
Leonardo de los sueños: La Dama Blanca, el caballero de la luz y el niño de los ojos rasgados.
Recordando la niñez sin dejar que el adulto la olvide
ResponderEliminarun buen trabajo lleno de ilusiones para peques y grandes.
felicidades por ello y gracias por hacer que los sueños se cumplan.
Muchas gracias Deborah, esa es mi idea que los niños sueñen y los adultos también.
Eliminar