Estoy condenado a vagar
por el país de los malos recuerdos.
Me han condenado a pasar
entre las sombras de los que ya no miran,
aquellos que dejaron sus huellas inmarcesibles
en mi piel cuarteada por el olvido.
Soy el rey de la oscuridad
en mi trono desvergonzado,
que busca como librar batallas
contra monstruos que sólo
existen en mi pasado.
Estoy condenado a sufrir
los recelos de mi consciencia,
que sólo juegan a ungir
mis más profundos temores.
Para borrar toda luz
de mi camino plagado de flores.
Estoy condenado a morir
sufriendo de fríos dolores,
que arrastrarán mi alma
al océano de los más temibles horrores.