Queremos ser los dueños
De esta tierra tan bella.
Nos creemos los reyes
o menceyes de ella.
Soñamos con poseerla,
la ocupamos sin reserva.
Pero no nos damos cuenta
Que somos su condena
los únicos poseedores
Son los que la rodean,
Protegiéndola de vientos,
de fuegos y mareas.
Son esos pinos eternos
Que con su fuerza aquí se quedan.
Sobreviviendo a vientos,
nevadas y tormentas.
Ellos sí son los dueños,
serán quien la posean
Porque ellos sí son eternos,
nosotros, su condena.
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